Durante mi infancia tuve en consideración a dos padres, uno rico y uno pobre. Mi padre pobre, que era mi padre biológico, nunca completó el octavo grado, mi otro padre que era rico, era el padre mi mejor amigo. Ambos hombres eran fuertes, carismáticos e influyentes.
Si yo hubiese considerado a tan solo un padre, habría tenido que aceptar o rechazar sus consejos. El problema fue que durante ese relámpago momento de mi niñez, el hombre rico, todavía no era rico, ni tampoco el pobre era pobre aún.
Mis dos papás tenían formas opuestas de pensar. Un papá recomendaba: “estudia mucho, así encontrarás una buena compañía en la cual trabajar honradamente”. Éste papá decía: "la razón por la que no soy rico es porque los tengo a ustedes, niños”. Mientras que uno alentaba a hablar de negocios y dinero durante la cena. El otro prohibía que el tema dinero fuera discutido durante la comida.
Noté que mi papá pobre era pobre, no por la cantidad de dinero que ganaba, la cual era significativa como para cubrir nuestros gastos, sino por sus pensamientos y acciones. ¿A quién debía escuchar?, ¿A mi padre rico o a mi padre pobre? ambos hombres tenían un gran respeto por la educación y el aprendizaje. El otro me animaba a estudiar para ser rico, para entender cómo funciona el dinero, y para aprender cómo tenerlo trabajando para mí. “¡Yo no trabajo por dinero!” eran palabras que él repetía una y otra vez, “el dinero trabaja para mí”. A la edad de nueve años, decidí escuchar y aprender de mi padre rico acerca del dinero.
Así fue que un día, mi amigo Mike y yo nos reunimos con su papá. Ésa mañana Mike me recibió en la puerta. “Papá está hablando por teléfono, y dijo que esperáramos en el patio trasero”, dijo Mike, mientras me abría la puerta. Sentadas en el sofá, habían dos mujeres, frente a ellas estaba sentado un hombre. “¿Quiénes son esas personas?” pregunté. “Ah, trabajan para papá. “, respondió Mike. “Le preguntaste si nos podría enseñar a hacer dinero”, le dije Mike. “Bueno, al principio, mostró una expresión divertida en su rostro, y luego dijo que nos haría una oferta”; De repente, el papá de Mike irrumpió a través de una desvencijada puerta mosquitero. Mike y yo saltamos sobre nuestros pies, no por respeto sino porque nos asustamos.
“¿Están listos chicos?” preguntó mientras traía una silla para sentarse con nosotros. Asentimos, apartando nuestras sillas de la pared para sentamos frente él. “Mike dice que quieres aprender a hacer dinero, ¿es correcto eso, Robert?” Asentí rápidamente, pero algo intimidado. El hombre tenía mucho poder detrás de sus palabras, y sonreía. “OK, aquí esta mi oferta. Les enseñaré, pero no lo haré al estilo de un salón de clases. Ustedes trabajan para mí, y yo les enseño. Esa es mí oferta. Tómenla, o déjenla” “Mmm... Puedo hacer una pregunta primero” -pregunté- “¡No!”, lo toman o lo dejan. Tengo mucho trabajo que hacer como para malgastar mi tiempo. Si ustedes no pueden tomar una decisión con firmeza, entonces por más que yo les enseñe, nunca aprenderán a ganar dinero. Ser capaz de saber cuando hacer decisiones rápidas es una habilidad importante. La escuela comienza o cierra en diez segundos”, dijo el papá de Mike con una sonrisa fastidiosa. “La tomo”, dije. “La tomo”, dijo Mike. “Bueno”, dijo el papá de Mike. “La Sra. Martín estará aquí en diez minutos. Cuando termine con ella, la acompañarán a mi mini-mercado y pueden empezar a trabajar. Les pagaré 10 centavos por hora y trabajaran tres horas cada sábado”.
“¿Están listos chicos?” preguntó mientras traía una silla para sentarse con nosotros. Asentimos, apartando nuestras sillas de la pared para sentamos frente él. “Mike dice que quieres aprender a hacer dinero, ¿es correcto eso, Robert?” Asentí rápidamente, pero algo intimidado. El hombre tenía mucho poder detrás de sus palabras, y sonreía. “OK, aquí esta mi oferta. Les enseñaré, pero no lo haré al estilo de un salón de clases. Ustedes trabajan para mí, y yo les enseño. Esa es mí oferta. Tómenla, o déjenla” “Mmm... Puedo hacer una pregunta primero” -pregunté- “¡No!”, lo toman o lo dejan. Tengo mucho trabajo que hacer como para malgastar mi tiempo. Si ustedes no pueden tomar una decisión con firmeza, entonces por más que yo les enseñe, nunca aprenderán a ganar dinero. Ser capaz de saber cuando hacer decisiones rápidas es una habilidad importante. La escuela comienza o cierra en diez segundos”, dijo el papá de Mike con una sonrisa fastidiosa. “La tomo”, dije. “La tomo”, dijo Mike. “Bueno”, dijo el papá de Mike. “La Sra. Martín estará aquí en diez minutos. Cuando termine con ella, la acompañarán a mi mini-mercado y pueden empezar a trabajar. Les pagaré 10 centavos por hora y trabajaran tres horas cada sábado”.
Alrededor de las 9:00 a.m., Mike y yo estábamos trabajando para la Sra. Martin. Ella era la encargada de señalarnos nuestras tareas. Pasábamos tres horas tomando alimentos enlatados de los estantes y, con un plumero, cepillábamos cada lata para quitarle el polvo; luego las re-acomodábamos cuidadosamente.
Era un trabajo extremadamente aburrido. Durante tres semanas, Mike y yo nos reportamos a la Sra. Martin y a nuestras tres horas, hasta el mediodía acababo nuestro trabajo, y entonces ella dejaba caer pequeñas monedas de diez centavos en cada una de nuestras manos. Era para mi edad un trabajo esclavizado, para el miércoles de la cuarta semana, yo estaba listo para renunciar. […]
“Estoy renunciando”, le dije a Mike en el almuerzo. Esta vez Mike sonrió. “¿De qué te ríes?” pregunté con enojo y frustración. Papi dijo que esto pasaría. El dijo que nos encontremos cuando estuvieras listo para renunciar” “¿Qué?” dije indignado. “¿El estuvo esperando a que yo me hartara?” “Algo así”, dijo Mike. “Le diré que estás listo”.
El sábado a las 8:00 am atravesé la puerta de la casa de Mike. “Toma asiento y espera tú turno”, dijo el papá de Mike, cuando entré. Se dio la vuelta y desapareció dentro de su pequeña oficina cercana a su dormitorio. Transcurrieron cuarenta y cinco minutos, y yo ya estaba echando vapor. En un momento, estuve listo para irme, pero por alguna razón, me quedé.
Finalmente, quince minutos más tarde, a las 9:00 am., padre rico salió y sin decir nada, me hizo señas con su mano para que entrara a su oficina. “Entiendo que quieres un aumento, o renunciarás”, dijo mientras giraba en la silla de su escritorio. “Bueno, usted no está cumpliendo su parte del trato”, dije sin consideraciones, casi con lagrimas. “Usted dijo que me enseñaría si yo trabajaba para usted. Bien, lo he hecho. He trabajado esforzadamente. He dejado de lado mis partidos de baseball para trabajar para usted. Pero usted no mantuvo su palabra. No me ha enseñado nada. Me hizo esperar y no me ha demostrado respeto. Soy solo un chiquillo, y merezco ser tratado mejor”, “No está mal”, dijo.
“En menos de un mes, ya suenas como la mayoría de mis empleados” me dijo; “¿Cómo?” pregunte. Y continué con mis agravios, sin entender lo que él me estaba diciendo. “Pensé que usted iba a cumplir su parte del trato y enseñarme. En lugar de eso, quiere ¡torturarme! Eso es cruel. Eso es realmente cruel” “Te estoy enseñando” dijo papá rico calmadamente. “¿Qué me está enseñando? iNada! agregué enojado. “Ni siquiera me a hablado una sola vez desde el momento en que accedí a trabajar con usted por diez centavos la hora. “¡Guau!” dijo papá rico. “Ahora suenas igual que la mayoría de la gente que solía trabajar para mí. Gente que, o bien yo despedí, o renunciaron” “¿Entonces, ¿qué tiene para decir?” demandé, sintiéndome demasiado embravecido para ser un niño pequeño. “Usted me mintió. He trabajado para usted, y no mantuvo su palabra. No me ha enseñado nada”
“¿Cómo sabes que no te he enseñado nada?”, me preguntó padre rico con calma. “Bueno, usted nunca me ha dirigido la palabra. He trabajado por semanas, y usted no me ha enseñado nada”, dije casi lloriqueando. “¿Acaso enseñar significa hablar o disertar?” me preguntó padre rico. “Bueno, si”, replique. “Así es como te enseñan en el colegio”, dijo él sonriendo. “Pero esta es la forma en que la vida te enseña, y diría que la vida es la mejor maestra de todas. La mayor parte del tiempo, la vida no te habla, te va empujando. Cada empujón es la vida diciéndote, despierta; hay algo que quiero que aprendas.
Podría haber hablado hasta que mí cara se pusiera azul, pero ustedes no hubieran podido escuchar ni una sola cosa. Así que, decidí dejar que la vida presionara un poco, para que entonces pudieran escucharme. Por eso les pagué solo 10 centavos”. “He mantenido mi promesa. Les he estado enseñando a distancia”, dijo padre rico. “A Los 9 años de edad, han probado la experiencia que significa trabajar por un poco de dinero. Solo multiplica tu último mes que haz pasado por los cincuenta años que te quedan todavía, y tendrán una idea de como la mayoría de la gente gasta su vida” […]; “Derrepente he sido un poco cruel hasta el día de hoy con Uds muchachos, sin embargo les aseguro que la vida lo será aún más”, dijo. Así con estas palabras, padre rico, levantándose de su sillón, caminó lentamente por delante de nosotros dirigiéndose hacia su ventana, tomó un gran aire y lo botó mediante un profundo suspiro, luego prosiguió:
Quiero que observen a la Sra. Martin y a la mayoría de las personas que están jugando softball ahí en el parque. Ella trabaja duro, por poca plata, colgada de la ilusión de la seguridad de un trabajo medianamente estable, esperando con agrado las tres semanas de vacaciones anuales, y una magra pensión luego de cuarenta y cinco años de trabajo.
Es por esto, y ahora que ya saben como funciona el dinero, mi consejo sería que comience a ocuparse de su propio negocio. Mantenga su trabajo mensual para seguir ganando más experiencia y demás oportunidades para poder emprender algo, pero comience a adquirir verdaderas inversiones, no obligaciones o efectos personales que no tienen valor real una vez puestos en su casa. Finalmente padre rico nos dijo:
Al igual que ella, sus vidas girarán en torno a un salario o, como yo suelo llamarlo, en torno a la columna de sus ingresos, y después de aquí a cierto tiempo, luego de desarrollar sus habilidades académicas, de seguro cursarán niveles universitarios superiores, para incrementar sus capacidades profesionales. Estudiarán para convertirse en ingenieros, científicos, cocineros, oficiales de policía, artistas, escritores, etcétera. Esa capacitación profesional los habilitará para ingresar a la fuerza laboral, y trabajar por el dinero, o sea se convertirán en lo que llamamos “nuestros empleados”.
Ellos pasan sus vidas ocupándose del negocio de otro, y haciendo rica a esa otra persona. Para estar financieramente seguro, uno necesita ocuparse de su propio negocio. Su negocio gira en torno a la columna del activo valores, inversiones, en oposición a la columna de sus ingresos, es conocer la diferencia entre valores e inversiones, y compromisos u obligaciones, e invertir en el primer grupo.
Una persona rica se enfoca en la columna de sus inversiones, mientras que el resto lo hace en lo que su corazón les dicta que gasten. Esa es la razón por la que tan a menudo escuchamos “Necesito un aumento.” “Si tan sólo lograra un ascenso.” “Volveré a estudiar para recibir más entrenamiento a fin de poder conseguir un mejor empleo.” “Trabajaré extra.” “Quizás pueda conseguir un segundo trabajo.” “En dos semanas renuncio. Conseguí un trabajo mejor remunerado.”
Es por esto, y ahora que ya saben como funciona el dinero, mi consejo sería que comience a ocuparse de su propio negocio. Mantenga su trabajo mensual para seguir ganando más experiencia y demás oportunidades para poder emprender algo, pero comience a adquirir verdaderas inversiones, no obligaciones o efectos personales que no tienen valor real una vez puestos en su casa. Finalmente padre rico nos dijo:
Si el continuar con este trabajo los entusiasma, les daré un aumento de 25 centavos por hora” Con una sonrisa, papá rico dijo, “¿No suenan buenos los 25 centavos? ¿No hace que su corazón comience a latir más rápido?” Sacudí mi cabeza con un “no”, pero en realidad no era así. Veinticinco centavos por hora hubieran sido un gran monto para mí. “OK, les pagaré un dólar por hora”, dijo padre rico, con una mueca burlona. Ahora mi corazón empezaba a correr. Mi cerebro chillaba, “tómalo, tómalo” Yo no podía creer lo que estaba escuchando. Pero aún así, no dije nada. “OK, 2 dólares por hora” Mi pequeño cerebro de 9 años y mi corazón, casi explotaban. Después de todo, estábamos en 1956 y que me pagaran 2 dólares por hora me hubiera convertido en el niño más rico del mundo. No podía imaginarme ganando esa cantidad de dinero. Yo quería decir “si” Quería aceptar el trato. Podía ver una nueva bicicleta, guantes de baseball nuevos, y la adoración de mis amigos cuando mostrara algo de efectivo en el colegio. Además de eso, Jimmy y sus amigos ricos nunca podrían volver a llamarme pobre. Pero por alguna razón mi boca permaneció en silencio.
Quizás mi cerebro se recalentó y comenzó a derretirse. Pero en lo profundo de mi ser, yo realmente no quería esos 2 dólares por hora. Padre rico veía ante sí a dos muchachitos que le devolvían fijamente la mirada, con los ojos muy abiertos y el cerebro en blanco. El sabía que nos estaba probando, y que nuestra parte emocional quería aceptar el trato. El sabía que el alma de cada ser humano tiene un punto débil y lleno de necesidades, que puede ser comprado. Y él sabía que el alma de cada ser humano también tenía una parte llena de fortaleza y de resolución, que no podría ser comprada jamás. La cuestión era cual de las dos partes era la mas fuerte. El había puesto a prueba a miles de almas en su vida.
El examinaba almas cada vez que entrevistaba a alguien para un trabajo. “Bien, que sean 5 dólares por hora” De repente, hubo un silencio dentro de mí. Algo había cambiado. La oferta era demasiado buena, y ya se había vuelto ridícula. No muchos adultos en 1956 ganaban más de 5 dólares por hora. La tentación desapareció, y se instaló la calma. Lentamente, giré a mi izquierda y miré a Mike. El me devolvió la mirada. La parte de mi alma que era débil y necesitada, estaba silenciosa. La parte de mí alma que no tenía precio tomó su lugar. Una calma y una certeza acerca del dinero penetraron en mi cerebro y en mi alma. Yo sabía que Mike había llegado también a ese punto. “Bien”, dijo padre rico suavemente. “Casi todas las personas tienen un precio. Y ese precio está dado por dos emociones humanas: el miedo y la ansiedad.
Primero, el miedo a quedarse sin dinero nos motiva a trabajar duro y a aceptar cualquier oferta, y entonces, una vez que obtenemos nuestro cheque, la ansiedad y el deseo nos llevan a pensar en todas las cosas maravillosas que el dinero puede comprar. Y así, el patrón queda configurado” ¿Qué patrón?” pregunté. El patrón de levantarse, ir a trabajar, pagar cuentas, levantarse, ir a trabajar, pagar cuentas…Sus vidas entonces estarán guiadas para siempre por dos emociones, el miedo y la ansiedad. Si les ofrecen más dinero, ellos continuaran el ciclo, incrementando también sus gastos. ¿Existe otra manera?” preguntó Mike. “Si” dijo padre rico lentamente. “Pero sólo unas pocas personas la encuentran” ¿Cuál es esa manera?” nuevamente Mike preguntó. “Eso chicos, es lo que yo espero que ustedes descubran en la medida que estudien y trabajen conmigo. “Bueno, el primer paso es decir la verdad”, dijo padre rico. “¿La verdad acerca de qué?” pregunté. ‘“Acerca de cómo se están sintiendo”, dijo padre rico. “No tienen que decírselo a nadie más. Sólo a sí mismos” ¿Usted quiere decir que las personas que están en este parque, los que trabajan para usted, la Sra. Martin, ninguno de ellos hace eso?” pregunté. “Lo dudo”, dijo padre rico. “En lugar de eso, ellos sienten miedo de no tener dinero. En vez de confrontar el miedo, reaccionan, en lugar de pensar.
Primero, el miedo a quedarse sin dinero nos motiva a trabajar duro y a aceptar cualquier oferta, y entonces, una vez que obtenemos nuestro cheque, la ansiedad y el deseo nos llevan a pensar en todas las cosas maravillosas que el dinero puede comprar. Y así, el patrón queda configurado” ¿Qué patrón?” pregunté. El patrón de levantarse, ir a trabajar, pagar cuentas, levantarse, ir a trabajar, pagar cuentas…Sus vidas entonces estarán guiadas para siempre por dos emociones, el miedo y la ansiedad. Si les ofrecen más dinero, ellos continuaran el ciclo, incrementando también sus gastos. ¿Existe otra manera?” preguntó Mike. “Si” dijo padre rico lentamente. “Pero sólo unas pocas personas la encuentran” ¿Cuál es esa manera?” nuevamente Mike preguntó. “Eso chicos, es lo que yo espero que ustedes descubran en la medida que estudien y trabajen conmigo. “Bueno, el primer paso es decir la verdad”, dijo padre rico. “¿La verdad acerca de qué?” pregunté. ‘“Acerca de cómo se están sintiendo”, dijo padre rico. “No tienen que decírselo a nadie más. Sólo a sí mismos” ¿Usted quiere decir que las personas que están en este parque, los que trabajan para usted, la Sra. Martin, ninguno de ellos hace eso?” pregunté. “Lo dudo”, dijo padre rico. “En lugar de eso, ellos sienten miedo de no tener dinero. En vez de confrontar el miedo, reaccionan, en lugar de pensar.
Reaccionan emocionalmente, en lugar de usar sus cabezas”, agregó, dando golpecitos sobre nuestras cabezas. “Entonces, consiguen unos pocos pesos en sus manos, y otra vez sus emociones -la alegría, el deseo, las ansias- toman posesión, y ellos vuelven a reaccionar, en vez de pensar” “¿De manera que sus emociones construyen sus pensamientos?” dijo Mike. “Correcto”, dijo padre rico. “En lugar de decir la verdad acerca de cómo se sienten, ellos reaccionan ante sus sentimientos, que les impiden pensar. Ellos sienten miedo, y van a trabajar, esperando que el dinero lo mitigue, pero no sucede así. Ese viejo miedo ronda a su alrededor, entonces van de nuevo al trabajo, esperando nuevamente que el dinero calme sus temores, pero una vez mas, no sucede así. El miedo los tiene atrapados en esta trampa de trabajar, ganar dinero, gastar, trabajar, ganar dinero, gastar, y esperar que el miedo se disipe. Pero cada mañana al levantarse, el miedo se levanta con ellos. Para millones de personas, ese viejo miedo es la causa de que no puedan conciliar el sueño, originándoles noches de agitación y temor. De manera tal que otra vez se levantan y van a trabajar, esperando que el cheque de su sueldo elimine ese miedo que corroe su alma. El dinero está manejando sus vidas, pero ellos se rehúsan a asumir la verdad. El dinero tiene el control de sus emociones, y en consecuencia, de sus almas...[…].
Pasamos las semanas siguientes en el colegio, pensando y hablando. Al final del segundo sábado, estaba nuevamente despidiéndome de la Sra. Martin y observando el pequeño estante de historietas del mini-market con una mirada pensativa.
De repente mientras la Sra. Martin nos decía adiós, note algo que ella hacía, nunca antes había observado. Ella estaba cortando en mitades la página frontal de los libritos de historietas. Guardaba la mitad superior de cada portada, desechando el resto de la revista dentro de una gran caja marrón de cartón prensado. Cuando le pregunté qué hacia con las historietas, me contestó que las arrojaba a la basura. “Las mitades superiores de las portadas se las entrego al distribuidor de libros, a modo de crédito para nuevos ejemplares. El vendrá en una hora” Mike y yo, esperamos esa hora. Enseguida el distribuidor llegó, y le pregunté si podríamos tomar los libritos de historietas. El me respondió: `Pueden tenerlos si trabajan también para mi estante de historietas dentro del local, y no los revenden” Nuestra sociedad fue revivida. La mama de Mike tenía una habitación en el sótano, que nadie usaba. La limpiamos, y comenzamos a apilar allí cientos de revistas de historietas.
Pronto, nuestra biblioteca de comics fue abierta al público. Contratamos a la hermana menor de Mike, a quien le encantaba estudiar, para ser la cabeza de la biblioteca. Ella cobraba a cada niño 10 centavos la entrada, y el lugar permanecía abierto desde las 2:30 hasta las 4:30 p.m. todos los días después del colegio. Los clientes, niños del vecindario, podían leer tantas revistas como pudieran, en esas dos horas. Era una ganga para ellos, dado que cada librito de historietas, costaba 10 centavos, y alcanzaban a leer cinco o seis en las dos horas.
La hermana de Mike chequeaba a los niños cuando se iban, para asegurarse de que nadie se apropiara de ninguna revista. Ella también llevaba libros con los registros, dividiéndolos en cuántos niños venían por día, quiénes eran, y cualquier comentario que pudieran tener. Mike y yo promediamos los 9,50 dólares por semana, durante un periodo de tres meses. Le pagamos a su hermanita 1 dólar por semana, y la dejábamos leer gratis las historietas, lo cual rara vez hacia dado que estaba siempre estudiando. Mike y yo mantuvimos el acuerdo de trabajar en la tienda cada sábado, recolectando todos los libritos de historietas de todos los almacenes. Respetamos nuestro acuerdo de no vender ninguna revista, las quemábamos cuando se ponían muy andrajosas. Intentamos abrir una sucursal pero nunca pudimos encontrar alguien tan dedicado como la hermana de Mike, en quien pudiéramos confiar. A una edad temprana, descubrimos lo difícil que era encontrar buen personal. Tres meses después de que la biblioteca fuera abierta por primera vez, se suscitó una pelea en el lugar.
Algunos camorristas de otro vecindario lograron entrar por la fuerza, y la iniciaron. El padre de Mike sugirió que cerráramos el negocio. Así que nuestra tienda de historietas cerró, y nosotros dejamos de trabajar los sábados en el mini-mercado. De todos modos, el papá de Mike estaba feliz porque habíamos aprendido bien nuestra lección. Habíamos aprendido a tener dinero trabajando para nosotros. Al no estar conformes con nuestro trabajo en la tienda, nos vimos forzados a usar nuestra imaginación para identificar una oportunidad de ganar más dinero. Al iniciar nuestro propio negocio, la biblioteca de historietas, teníamos el control de nuestras propias finanzas, sin depender de un empleador. Lo mejor fue que nuestro negocio generaba dinero para nosotros, aun cuando no estábamos allí físicamente. Nuestro dinero trabajaba para nosotros. "En lugar de pagarnos con dinero, padre rico nos había dado mucho más. Algo mucho más valioso para toda mi vida"...