lunes, 24 de octubre de 2016

Un cuento para jóvenes, "Guía práctica para enamorar a una cabrona"





Me considero un tipo afortunado en la vida, no me considero un Antonio Banderas, o un Ben Affleck en este mundo, [bueno, aunque tampoco voy a denigrarme tanto en mi propio cuento], lo que quiero decirte es que me considero una persona normal, un común denominador, común y corriente, como tú, como él, como varios en realidad.

Considero también que tengo muchas cualidades a mi favor, es verdad que tampoco te voy a vender cualidades superdotadas que no son realmente mías, no tengo un buen cuerpo, no tengo voz gruesa, no tengo carro, no camino como actor, no parezco un actor, trabajo como esclavo, y muchos miles mas de etcéteras que no han cambiado en mi vida, es verdad que no tengo todas esas cosas que desearía en mi vida, pero tengo algo a mi favor que verdaderamente cualquier humano varón desearía tener en esta vida, el poder tener a una mujer hermosa, ¡si!, andar con una mujer hermosa, ¡así es!, extremadamente bella, habrá que admitirlo realmente también que me costó trabajo, es que las mujeres hermosas, que por supuesto saben que son hermosas, tienen un perfil diferente para ver las cosas y para pensar las cosas, seamos sinceros y no vengamos con esas ridículas teorías que nos cuentan las mujeres normales, que dicen que las hermosas tienen que ser necesariamente tontas, porque necesariamente no estamos en lo cierto, y aunque lo discutamos un poco lo terminarán por aceptar en algún momento, mujer hermosa no necesariamente tiene que ser sinónimo de tonta, yo considero que en mi vida he conocido mujeres hermosas totalmente inteligentes, todo tipo de inteligentes, inteligentes buenas, inteligentes amables, inteligentes equilibradas, inteligentes fanfarronas, claro que también como plato de fondo, las inteligentes cabronas, ¡si! Así es, esta vez hablaré de las cabronas, muchos todavía dirán que significa esta palabra, pero estoy seguro de que ya muchas de estas personas se habrán cruzado con una de ellas en su larga vida, yo de pequeño también me las crucé, y en honor a la verdad también les digo que quise conquistar a una de ellas, no una sino varias, no fue hasta mi adolescencia que realmente me fui dando cuenta del mundo al cual ellas verdaderamente pertenecían.

“Manual de la perfecta Cabrona”, en cuanto vi ese título en el VIPS, supe que tenía que comprarlo. Me pareció estúpido, si de verdad quisieran garantizar los resultados, debieron de haber votado por una ley que prohibiera su venta y lectura al público masculino bajo pena de castración. Pero no, con menos de doscientos pesos ya estaba en mis manos; ¿Por qué los hombres aman a las cabronas?, un manual para pasar de tapete a chica de ensueño, escrito por una tal Sherry Argov.

Desde luego, el ansia por adquirir el libro nació de una ansiedad mucho más comprensible, mucho más humana. Estaba completamente perdido, aniquilado vamos, por una cabrona. Consiente de mi inhabilidad física por abandonar el intento, pensé que era momento de aprender una buena lección, por lo cual, decidí que tenía que intentar por lo menos, entrar a la mente del enemigo.

Al leer los primeros capítulos me di cuenta de algo muy sencillo, una verdadera cabrona no necesita este libro, incluso le parecería risible la idea de comprarlo, dado que si se ha sido un tapete por 25 años de vida, probablemente se esté condenado a serlo por 25 más. Por el contrario, quien durante ese mismo tiempo ha sido una cabrona, no necesita ni remotamente los consejos de un texto que bien se puede comprar en el súper junto con los huevos y la leche. Y claro amigos, Alba, mi cabrona personal, la chica que era perfecta para mí! ni enterada estaba de la existencia del mismo.

A pesar de ello, y para mi consuelo, otra cosa me quedo clara; la autora era una cabrona ejemplar, con el cinismo suficiente no solo para experimentar en carne propia y ajena, sino para plasmar en papel sus aventuras, otorgándolas a todas las ”tapetes” del mundo que estén dispuestas a pagar los doscientos pesos que yo ya había desembolsado.

No se de que me sorprendía, es algo bien sabido que en los aquelares de cabronas no solamente abunda el cinismo, si no el dolo, la falta de lealtad, de importancia por los sentimientos y sobre todo, una completa carencia de sensibilidad por el sexo opuesto. Donde se realizan prácticas tales como chismear con Julieta sobre el beso que le dio a Mercucio, sin importar que a dos metros esté el mismo Romeo escuchándolas. Pero eso sí, no se vaya a enojar el pobre porque sería instantáneamente acusado de metiche, incomprensivo, y hasta le dirían que si no se quiere enterar de esas cosas mejor que no ande de indiscreto.

Es la primera vez que a eso le hallé una ventaja. Sherry estaba de mi lado sin sospecharlo, iba a contarme en privado cómo les gusta gastárselas a las cabronas para conseguir hacerme de un criterio. Había comenzado una guerra de la cual Alba no se encontraba al tanto, ni de mis motivos, ni de mis armas, ni de mis ventajas sobre ella.

Regla de la seducción #1: cualquier cosa que tengas que perseguir en la vida va a huir. De modo que lo primero que hice fue dejar de perseguir a Alba. No fue cosa fácil, sobre todo al principio, estaba acostumbrado a esperarla todos los días y acabar de accidente sentado con ella en el comedor de la empresa tomando un café. Eso terminó un miércoles por la mañana, aún no se si lo tomó con alivio o extrañeza, pero lo notó. Revolví en soledad el americano sin azúcar.

Dejé también de rogarle por una tarde en el cine o un almuerzo en Starbucks, según yo, lo hacía para evitarle la pena de tener que decirme que no. O mejor dicho, eso es lo que me obligaba a imaginar la costumbre, cuando sentía el impulso, solo hacía de cuenta de que ya se lo había pedido y ella se había negado.

Aprendí que mi atracción se debía en gran parte a que se trataba de algo que no podía tener, tal como lo dicta la regla de la seducción #5. Así que si yo no la podía tener, ella tampoco me iba a poder tener a mi, le importara o no. Por eso invité a salir a Mariana. No tenía la perfecta figura de Alba, pero era un excelente distractor para mi constante tormento. Mientras tanto, Alba salía con Beto, con Alan, con Jorge; la lista era ciertamente interminable. Yo me consolaba con una sola.

Un día, sin esperarlo siquiera, se sentó en mi mesa con su café, no me pidió permiso, no le di mucha importancia. Le sonreí, me sonrió, era claro que si bien había elegido sentarse conmigo en esa ocasión, podría haberlo hecho con cualquier otro, es decir, optaba por estar conmigo, mas no lo necesitaba. Pero para eso ya estaba preparado, es la regla de la seducción #20.

A los dos nos gustaba el son cubano, me dijo que le gustaba bailar, a lo cual le respondí que siempre me quedaba sentado en las reuniones, puesto que disfrutaba más de una buena plática entre amigos. Disfrutaba tanto como ella salir de vacaciones, pero con la diferencia de que me divertía mucho más en Paris que en Cancún. Nadie estaba poniendo demasiado esfuerzo en satisfacer las necesidades del otro.

El día siguiente me senté con Mariana, el quinto día con Alba de nuevo. El décimo primero con Luisa, y el vigésimo cuarto una vez más con Alba. A los ocho almuerzos repartidos en cuatro meses se estrenó una película que nos llamaba la atención a ambos, me dijo que le gustaría ir al estreno, le dije que podíamos ir juntos.

Cometí el error de esmerarme en conseguir los boletos; al día siguiente, cuando le comenté que los tenía, casualmente tenía que revisar su agenda por que se le había presentado algo .Pero por favor, ve tú, y me cuentas que tal estuvo, oye, y dime cuanto fue del boleto para pagártelo! Sinceramente, quién en el mundo piensa que un plantón vale los cincuenta pesos del boleto.

Un día antes del estreno, Alba me marcó para preguntarme si todavía podía acompañarme. La respuesta fue que ya había invitado a Mariana; !Ok te veo luego! me dijo, !ok! le respondí, ambos colgamos el teléfono.

No era que Mariana fuera fea, además, estaba completamente convencido de que me quería, pero era demasiado maleable, hubiera terminado por faltarle al respeto tal cómo lo dice la regla de la seducción #72. A nadie le gusta la que tiene a la mano, la que resulta demasiado fácil, la que cuando te invita a su casa por primera vez ya tiene el vino y la pasta italiana, en resumen, la que a la primera juega su carta más fuerte. Un beso que se regala contra uno que cuesta tiempo y esfuerzo, se ubica en la misma posición que un puesto de tacos en contra del Bellinís.

Alba nunca iba a jugar esa carta, ni conmigo ni con nadie, por que en ese momento se volvería vulnerable y dejaría de ser la cabrona de la que todos se enamoraban. Era evidente que también tenía que resistirme a hacerlo, así que la clave del romance era la parcial indiferencia, aquellos saludos que parecen de costumbre, aquella soledad obligada que se presume voluntaria, un café que se toma al lado en perpetuo silencio.

Dos meses más tarde fuimos a cenar a McDonals después del trabajo. Me compré una cajita feliz para distraerme un rato con el juguete. Ella pidió una McNifica con McPatatas y McQueso, de postre un McFlurry, le dije que ya deberían de vender la McChela. Cómo era de esperarse, su celular no dejó de sonar en toda la maldita noche, a unos les decía mi amor, a otros mi vida, a todos los amaba. Mientras yo intentaba cenar con ella, ella cenaba con su teléfono.

Para mi suerte en ese momento se me ocurrió llamarme a Mariana: Hola nena?, se quedó en mi carro, mañana a primera hora, un beso, jajaja, yo también, no, ok, te quiero! Cuando colgué me di cuenta de que Alba me estaba tomando de la mano, ¿Es Marianita?, me cae muy bien, ¿ya andan?!!..

¡Eureka!, por fin se estaba resolviendo el rompecabezas, era evidente, ninguna mujer va a querer al sujeto que todas desprecian, una sola pareja y se comienza a abrir el camino hacia las demás. !Está linda!, solo eso le contesté, y me puse a revisar con todo detenimiento el mensaje que había llegado diciéndome las noticias del día, como si se tratase de algo en extremo personal.

Claro, para que el plan funcionara, no tenía que salir con tanta mujer como se me pusiera enfrente, eso habría dotado a cada una de ellas del más mínimo significado, como las llamadas de su celular. Para enamorar a Alba, tenía que hacerla sentir en una competencia, en la cual, un rival impresionantemente inferior le estaba ganando terreno.

Llegando el momento de los regalos navideños, decidí que había que darle a Alba un regalo como el que no le daría ninguno de sus otros pretendientes, así que le compré el arreglo floral más grande que había visto en mi vida, se lo dejé en su escritorio con una tarjeta !quién te quiere más que yo?. Para cuando salió a agradecerme, yo estaba con Mariana, quien dejaba correr una lágrima por su ojo izquierdo.

Importé un bulbo de tulipán desde Holanda, lo sembré en una maceta, le puse agua y hielo, solamente la cantidad de luz necesaria, y registré con una cámara cada día de su crecimiento, se lo di a Mariana con las fotos y una tarjeta: ... y sin embargo, no es más hermoso que tú!.

¿Que tal Alba? quien más te quiere, quiere a alguien más que a ti.

El amigo lector se preguntará qué pasó después de eso? Fueron por fin al cine? ¿se besaron desesperadamente? se dio cuenta de que te amaba y se convirtió en una buena mujer? Por fin lograste acostarte con ella para superar tus frustraciones? No, nada de eso, no olviden que Alba era una cabrona de las que no necesitan el libro, o sea que todo este asunto le importó poco, o al menos eso me hizo pensar.

A un año de haber comprado el libro, Alba y yo nos dimos nuestro primer beso, un beso por accidente. La lleve a su casa después de la tan esperada visita al cine y el after en el café de la esquina. Cuando se disponía a darme el beso de despedida, voltee la cara y se juntaron nuestros labios; ¡payaso! me dijo riendo Ja, fue tu culpa, te veo mañana.. contestó con un gesto cómico, me subí al carro y me fui. Minutos más tarde recibí un mensaje de texto, !fue tu culpa! ;), ja, fin de la discusión!!

Ese fue el principio de todo, pasaba la mayoría del tiempo libre con Alba, pero salía ocasionalmente con Mariana para que no se fuera a caer el montaje. El segundo beso llegó a las dos semanas, esta vez no fue un accidente ¡no, espérate, esto está mal, Mariana es mi amiga! me dijo. Aunque parecía el momento oportuno para confesarle mis intenciones, si lo hacía, en ese mismo instante habría acabado todo, ¡tienes razón, esto está mal! le contesté, y unos días más tarde llegó el tercer beso.

Alba disfrutaba de la incomodidad que le ocasionaba encontrarse a Mariana en la oficina; por más que lo nieguen, a las cabronas les gusta ser objeto de la controversia y la ruptura de hogares. Así que cada mirada de recelo, cada café caído, cada reclamo exacerbado por el alcohol, no hacían sino afianzar nuestra relación.

Mariana estaba triste, pero eso no me importaba, ni siquiera me sentía culpable. Era como si dentro de mi moral todo hubiese estado justificado desde un principio, como si se le hubiera aclarado a ella para empezar cual era su rol en esta historia y lo hubiese aceptado gustosa cómo podía quejarse de lo que ya sabíamos todos?

El resto de la historia es bastante simple. Alba y yo nos casamos, fuimos de luna de miel a París, compramos una casa y estamos esperando un hijo. Cuando nos preguntan cómo nos conocimos hacemos interminables variaciones a la historia, desde luego, termina siendo mucho más heroica de lo que en realidad pasó. Siempre omitimos el personaje de Mariana.

Ahora, estoy escribiendo esto con un motivo muy claro. Tal motivo es la esperanza de que llegue a las manos indicadas, por lo cual presento orgullosamente la:

Guía práctica para enamorar a una cabrona:

1.- Nadie quiere lo que nadie quiere: Puesto en términos más claros, si eres un teto sin pareja, estás más lejos de conseguir una cabrona que si eres un teto con pareja, si tienes novia es por que algo te vieron. Comienza por las aburridas para acabar con las sabrosas.

2.- No le des demasiada importancia. Si un día te despiertas y te das cuenta de que tu cabrona personal ya no te importa tanto como antes, vas por buen camino.

3.- Ten paciencia. Este es un punto clave para conquistar a la cabrona de tus sueños, a ninguna mujer, ni a ningún hombre, les gustan las personas que se muestran muy ansiosas.

4.- Hazla sentir especial con mesura. Ni la llenes de regalos, ni quites el dedo del renglón, que note simplemente que estás presente.

5.- Ataca su ego. Justo cuando piense que te tiene en sus manos y que no eres sino un teto más, demuéstrale lo contrario haciendo algo inesperado que replantee los roles en el juego.

6.- Practica. Las aburridas no solo sirven para descubrir que tienes posibilidades, sino que son perfectas para ensayar tus técnicas de seducción para cuando te toque enfrentarte a tu cabrona personal.

7.- No reduzcas tus posibilidades. Es decir, no tengas solamente una opción, puesto que una cabrona no se entrega devotamente a nadie.

8.- Si lo hace está bien. Eso quiere decir que si ella hizo algo que te molestó, seguramente fue por que es sumamente divertido, deberías de intentarlo.

9.- No te dejes sorprender. Si hiciste algo muy especial y ella no le dio la menor importancia, el error es tuyo, una buena cabrona esta acostumbrada a esas cosas. En lugar de eso, toma como una rutina la reciprocidad emotiva.

10.- Mantén la cabeza fría. No se deben de mezclar los sentimientos con tu objetivo, mantente calmado en todo momento y no te dejes arrastrar por tus emociones, eso te convertiría en un objeto vulnerable, las cabronas desprecian la debilidad.

En resumen: para conquistar a una cabrona te tienes que convertir en una especie de patán misterioso con muchas cosas buenas por dentro, ser como una especie de caja de pandora llena sorpresas no totalmente sellada, llenando de curiosidad a cualquier mujer que quiera investigarte más al fondo.

Parecería a estas alturas que este es un cuento con final feliz, eso es verdad solo a medias. Conseguí conquistar a la cabrona de mis sueños y a la vez fui conquistado por ella. Ha pasado ya algún tiempo desde que viví esa larga aventura que me llevó a alcanzar lo que tanto esperaba, pero no todo es como lo imaginé en un principio. Vivimos juntos, formamos una familia, tenemos una casa bonita y hacemos una pareja ideal. Sin embargo en todo este tiempo ninguno de los dos jugó su carta más fuerte, que habría sido en verdad amarnos.

Algunas noches como esta, en las que el recuerdo de mi pasión se reduce a mi teclado me pregunto ¿Qué habría pasado si en lugar de una cabrona, me hubiera dedicado a conquistar solo a una mujer? una mujer capaz de amar y ser amada. Sobre todo me pregunto, …Qué habrá sido de Mariana?

Nota del autor: Publicado por Revol, este texto fue inspirado en el libro "Por que los hombres aman a las cabronas" de Sherry Argov, y en una breve plática que tuve alguna vez con una gran amiga allá por San Francisco. Se lo dedico a las dos por igual, porque por supuesto, soy un eterno admirador de las cabronas. El presente está incluido como parte de las historias en su más reciente libro "Fantasmas".

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