miércoles, 26 de octubre de 2016

Una historia no muy grata, “El aplauso de la prensa chilena al criminal Lynch”

Ya muchos conocemos por historia que es lo que hizo Patricio Lynch en contra del Perú durante la infausta guerra del pacífico, y aunque en chile, algunos de sus politicos como el escritor Vicuña Mackenna, aborrecían sus terribles accionares , como sus hostilidades, violaciones, matanzas e incendios en los fundos del norte del Perú, habían  otro grupo de chilenos que aplaudían su labor a favor de los suyos.

Así fue que Patricio Lynch se ganó el aplauso y felicitaciones del gobierno y pueblo de Chile, el grado de almirante y cuantiosa fortuna personal, al guardar del saqueo oro para sí y sus oficiales.

En las cámaras chilenas se dijo sobre esa expedición:

"Los actos de la expedición Lynch, son actos de nuestro gobierno, y como tales afectan al senador como al último de los chilenos. Somos solidarios de esa obra, por más que otros, como el señor Vicuña Mackenna, no hayan aprobado sus operaciones. . . El país entero es responsable por los actos del señor Lynch".

En la sesión del 13 de diciembre exclamaron en el Senado:

"para que la guerra sea humana, es necesario que sea tremenda y terrible; la guerra humanitaria no hace más que embarazar las operaciones y hacer perder el tiempo. . . La expedición Lynch ha sido pues una operación bien llevada, que nos ha enseñado como debemos hacer la guerra".

Y en la cámara de diputados se expresó:

"A estas horas la expedición de Lynch pasea la tea del incendio en las poblaciones peruanas. Dudamos, preguntamos y pedimos declaraciones al ministerio, como si el soplo de la dinamita no hubiera paseado ya sobre esos pueblos y los hubiera devorado".

Mientras en las cámaras de Chile se aplaudió la depredación de Lynch. La prensa chilena exigió la destrucción del contendor, así "El Mercurio" del día 20 de setiembre de 1880, escribió:

"Toda la costa del Perú debe sufrir una tremenda retaliación, mientras llega el momento de que sobre los escombros humeantes de la misma ciudad de Lima se imponga a nuestros cobardes y aleves enemigos el castigo de sus inveteradas perfidias. . . Venganza y castigo es el grito unísono que exhala de todos los labios y de todos los corazones, y esa venganza y ese castigo deben ser inmediatos y tremendos".

Por su parte "Patria" del 30 de junio de 1880, expresó:

"El cañón chileno debe derribar las murallas de Ancón. Las balas de Chile deben convertir en ruinas los ranchos de la impúdica Chorrillos".


Por su parte "El Ferrocarril" también de Santiago el día 18, manifestó:

"Ni una choza, debe quedar en pie estando al alcance de nuestra artillería naval. . . nuestros buques deben sembrar por todas partes la desolación y el espanto. Preparemos el camino de nuestras fuerzas expedicionarias sobre Lima, abrasando las ciudades enemigas de la costa. Es necesario que la muerte y la destrucción, ejercida sin piedad en los hogares del Perú, no le deje un momento de aliento ni respiro y que sucumban al peso de nuestra superioridad militar. . .Hoy más que nunca se necesita obrar sin otro objetivo ni otra consideración que la de aniquilar completamente cuanto sea poder, recursos o fortuna para nuestros enemigos. . .La única respuesta que el gobierno de Chile debe dar a su pueblo, es encomendar a la escuadra la destrucción de toda la costa del Perú, y al ejército la toma de Lima a sangre y fuego. Dejar al Perú militarmente desarmado es poca garantía, es menester en sus industrias empobrecerlo, escarmentarlo en sus soldados y en las fortunas de sus ciudadanos, los rencores, el orgullo humillado, el anhelo de venganza acecharán las generaciones del pueblo peruano hasta que se ofrezca la menor coyuntura para volver a la lucha. Esta hora es menester demorarla; es menester que no llegue. . . Necesitamos crecer, prosperar, hacernos respetables en este continente donde todos nos odian y anhelan nuestra ruina. ADELANTE: QUE SEA LIMA EL CALVARIO DE LA EXPIACIÓN DE SUS HIJOS, Y LA HOGUERA DEL CASTIGO Y DE LA MUERTE".



Extracto de textos de los diferentes diarios chilenos durante la Guerra del Guano y el Salitre de 1879. 

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