martes, 25 de octubre de 2016

Un cuento para tí, "El viejo y el recién nacido"

[…], Erwin recordó el momento preciso de su desvanecimiento, recordó sus manos débiles y arrugadas y se asustó muchísimo, una sensación de pesadez le recordó que estaba enfermo aquel día, agarró un espejo y miró su vejez por ultima vez, dio varios respiros profundos, no había nadie en la sala todavía, se postró nuevamente poniendo su pesada cabeza sobre la almohada, dio un fuerte suspiro de alivio y cerró los ojos con el que sería tal vez, uno de los últimos de sus últimos latidos, pensó que sería todo negro en aquel momento, pero no necesariamente fue así en aquel instante, fuertes recuerdos de todo lo que había vivido le comenzaron a zumbar la cabeza tanto así que lo mareaban, fotos, imágenes, tal vez recuerdos, y es así como se presenta la muerte, todos estos flotaban encima de la cama de Erwin, sus sueños , pesadillas, los momentos gratos, los no tan gratos, los días vividos, un niño , un joven, un adulto, todas sus versiones estaban al costado, hasta la de ya viejo, todo lo que en su mente tuviera como recuerdo, todo se le acercaba tan profundo a los ojos que hasta los volvía a sentir como si fuera el "hoy" mismo, hasta su aroma, si, el aroma de una comida de casa, el olor agradable de un pan recién salido del horno de su casa, todo lo reconocía muy bien, hasta los pasos de su madre, su risa tierna, sus cumpleaños, el grito profundo de su nombre por parte de su padre, ¡Erwin!, ¡Erwin!,... Erwin ya era viejo, no entendía porque volvía a tener esos recuerdos, su primera enamorada, su primer beso, su primera noche a solas, todo esto, Erwin no lo entendía muy bien y le daba sensaciones un poco orates ya, algo le hacia doler la cabeza y le daba mareos, ganas de vomitar, pero ya era viejo, y no solo eso sino que también estaba agonizando, el dolor de ver a alguien partir era tan intenso para él, mas no sentía eso igual para consigo mismo, era un sin fin de recuerdos que Erwin le dio a la vida y que ella también se los devolvía recordándoselos, por fin se sintió contento, se sintió feliz, se sintió tranquilo consigo mismo, sus recuerdos le hicieron ver que había sido una persona buena en esta vida, y todo esto fue tomado con mucha agrado por la luna, sintió un gran desvanecimiento después de muerto, como cuando alguien te empuja inesperadamente mientras gritas pero ya nadie escuchó nada, sus imágenes fueron desvaneciéndose vertiginosamente nublándose hasta encontrar la oscuridad de una habitación fría, un solo llanto, ¿pero de quien?, ¿una voz?, ¿varias voces?, pero de quien ¿o quienes?, Erwin no entendía nada, mientras  escuchaba el murmullo de varias personas, ¿varias?, sus ojos no entendían nada de lo que estaba pasando, su lento mirar le imposibilitaba entender que era lo que sucedía allá afuera, pronto así, tan simple como el romper de burbujas de detergente al vuelo como si fueras un niño, olvidó todo lo que hasta hace unos momento había vuelto a vivir con bastante extrañeza, sintió su luz al final de su camino, de su túnel, acercándosele poco a poco, ¿Qué me espera?, se preguntó por primera vez, -pero todo esto nos llegará a suceder en cualquier momento- ¿Quién soy?, se preguntaba, un extraño llanto le imposibilitaba mantenerse concentrado en sus pensamientos, poco a poco así , sintió la luz de vuelta delante de sus ojos, sus conocimiento se hicieron nulos y se olvidó de todo, unas suaves manos lo cargaron y se sintió pequeño de vuelta, una sensación ya casi extraña, un sin numero de emociones aun palpitantes en su pequeño cuerpo le hicieron dar un gemido extraño, un terrible llanto, poco a poco así,el señor de la Blanca Luna, el que todo lo ve y todo lo siente, le dio un nuevo comienzo, una nueva vida estaba comenzando, una nueva vida que cambiaría tal vez el rumbo de la historia, una nueva vida que de repente sería la continuación de la otra, ¡tal vez!

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